POR UNA CIUDADANIA ACTIVA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Por Ing. Eduardo Riqueros Raygada
Las redes de corrupción en los gobiernos regionales y
municipales suelen formarse alrededor del manejo de los recursos públicos,
especialmente en obras de infraestructura, contrataciones y servicios básicos.
Estas redes no actúan de manera aislada: generalmente involucran a autoridades
políticas, funcionarios de confianza, intermediarios y empresas que se
benefician de decisiones tomadas de forma discrecional y poco transparente.
Así, el Estado deja de servir al interés público y pasa a ser utilizado como un
medio para el beneficio privado.
En los gobiernos regionales, la corrupción suele
manifestarse en grandes proyectos de inversión: carreteras, hospitales,
colegios u obras de saneamiento. A través de expedientes técnicos deficientes,
procesos de selección direccionados, sobrecostos o arbitrajes irregulares, se
generan mecanismos que permiten desviar fondos públicos. Estas prácticas
debilitan la descentralización, paralizan obras y generan enormes pérdidas
económicas que afectan directamente al desarrollo regional y local.
En el ámbito municipal, la corrupción muchas veces se
expresa de forma más cotidiana pero no menos dañina, aparece en la contratación
de servicios locales, la emisión de licencias, el cobro de tributos, el
nepotismo y el uso político de los programas sociales. Cuando estas prácticas
se normalizan, se rompe la confianza entre el ciudadano y la autoridad, se
deterioran los servicios públicos y se refuerza una cultura de informalidad e
injusticia.
Frente a esta realidad, es fundamental tener presente que la
corrupción de Estado debe ser detenida, porque constituye una de las
principales causas de la pobreza y la desigualdad, cada sol desviado es un
hospital que no se construye, una escuela que no mejora o un servicio básico
que no llega a quienes más lo necesitan. Ante estas circunstancias es de vital
importancia detener la corrupción pues se requiere de instituciones fuertes,
transparencia, control efectivo y sobretodo la participación de una ciudadanía
activa que no tolere el abuso del poder, que vote estudiando al
candidato, por ello es necesario entender, que sin combatir la corrupción, no
es posible un desarrollo justo ni un Estado al servicio de todos.
